La mañana del 8 de julio, entre llovizna y bostezos, salimos en cuatro autobuses hacia la ciudad de México. El viaje duró alrededor de diez horas, con más de cien niños, niñas y adolescentes de ambos sexos que no podían pasar por las casetas de la autopista sin exigir una «pequeña pausa». En ese jalisciense contingente, íbamos diez personas a quienes la vida nos daría la vuelta tres veces a lo largo de la semana por vivir. [Busque al final el vínculo para descargar las convocatorias de Zacatecas]